7 de noviembre de 2010

Caleb

Habían pasado muchas cosas desde la última vez. Demasiadas. Ahora caminaba sola y en el silencio de la noche solo se oían sus pasos. Tenía una misión, un destino que no podía ignorar aunque hasta ese momento lo hubiera intentado. Sólo había dos opciones; su vida o la de él.
Después de largas semanas meditando lo que era mejor, había tomado una decisión. La única que podía tomar y era salvarse.
Sabía y entendía perfectamente que todo hasta ese momento había sido un engaño. Mentiras y más mentiras. 
Se sentía engañado y por lo tanto, estaba muy enfadado.
Entró en el apartamento sin ningún problema, seguramente aún no habría llegado a casa. Estaría ligando con alguna chica, pobre de ella, no sabía cual sería su final. La muerte.
Y en parte lo hacia por alimentarse pero matar a aquellas chicas era todo un ritual para él. Había algo mistico que nadie comprendía. 
Se sento a esperarlo en el sofá, estaba tranquilo. Esa noche era el final para uno de los dos.
Al cabo de unas horas, se abrio la puerta.


- Hola Caleb. No te esparaba- dijo una voz.


Caleb prefirió quedarse callado, era la mejor opción. 


- Creo que has invadido mi espacio personal- sonrió sarcásticamente- No importa. ¿A qué has venido?


- Ariel, ya lo sabes


- ¡Oh, Caleb! Pensaba que no serías tú. Me duele tener que matarte.


- ¿En serio? No te creo. Para que te doliera tendrías que tener sentimientos y los demonios no lo tienen.


Ariel se acercó rápidamente a él, se detuvo a unos centimetros. Sus ojos negros se clavaban en los ojos azules de Caleb.


- Me caes simpático. Eres fuerte, juntos podríamos alcanzar grandes metas. Seríamos invencibles. Con tu poder y el mío llegaríamos a dominar el mundo- volvión a sonreir- Piensalo Caleb, solos tú y yo. No tendrías que aceptar más ordenes que no entiendes ni hacer nada que no quisieras.


- Eres un asesino, Ariel


- ¿Yo? ¿Y vosotros? Matais a todos los que no son de vuestra especie. Hombros lobos, vampiros, demonios.... Dime, acaso crees que eres diferente a mi. 


- Sólo mantenemos el mundo a salvo de los peligros. Protegemos vidas de personas inocentes. 


- Caleb, amigo mío. Matais por gusto. Yo mato por necesidad. Necesito la sangre y el corazón de esas chicas para poder vivir.


- Ariel...


Y en ese momento todo paso muy rápido. Caleb cogió su espada y ataco directamente a Ariel mientras este de un salto estaba en el alféizar de la ventana. Había sido veloz. 
Y entonces saltó desplegando sus alas negras.


- Caleb, piensalo y cuando tengas una respuesta ven a buscarme. Será el día que sellarás tu destino. Tu muerte o una vida eterna junto a mi- dijo mientras se alejaba

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