27 de septiembre de 2010

26-09-10

No entendía absolutamente nada de lo que pasaba pero le bastaban sus sentimientos para saber que nada podría cambiar.
Allí estaba él, con su mirada perdida, sin verla ni darse cuenta de que la necesitaba.
Caminaba hacia él con la esperanza  de que al levantar la cabeza y cruzar la mirada reconociera esos ojos azules que antes amaba y que ahora no sabía muy bien por qué olvidaba.
Él lloraba la perdida de aquella amada a la que nunca tendría porque un día vio que la perdía.
Ella pensaba en lo que podía ser o haber sido y se preguntaba preocupada si había estado equivocada al pensar que él la amaba.
Los dos inventaban mil excusas, razones y verdades para olvidar a la persona amada.
Y un día, casi con la esperanza perdida, quiso el destino guiar su camino.
Basto una sonrisa, una mirada y una palabra para darse cuenta de lo que ambos sentían.

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